A.- Las Letras en Santo Domingo
En la época colonial la educación estuvo en las manos de la iglesia y particulares y fuimos durante el siglo XVI la famosa Atenas del Nuevo Mundo, con dos universidades a las que venían a estudiar jóvenes de la región del Caribe. Aquí vivieron personajes destacados de la literatura española y se escribieron poemas, ensayos y obras dramáticas. Sólo con decir que aquí residieron Tirso de Molina y el Arzobispo Alejandro Geraldine es suficiente como justificación de lo que acabo de decir.
Ahora bien, después de las devastaciones de 1605 se aceleró un proceso de emigración que va a facilitar la salida de los que más posibilidades tenían en conocer el arte y las técnicas escritúrales. La Isla quedó en el abandono económico, las universidades casi-cerraron y para colmo se ruralizó la sociedad de entonces, ya que muchos optaron por irse a vivir a los hatos ganaderos, pues en las pocas ciudades se pasaban lamentables calamidades.
1.- El proceso de emigración se hizo más intenso a partir del Tratado de Basilea de 1795 con el que España cedió a Francia el disfrute total de la Isla de Santo Domingo, dándole facilidades a los ciudadanos españoles que quisieran irse antes de llegar los franceses, para que fueran a residir llevándose sus familiares, a los territorios de Cuba, Puerto Rico y Venezuela. La sangría de las letras fue visible, pues la Iglesia , personas pudientes y autoridades se marcharon cargando inclusive con los archivos de la Universidad. Junto a los emigrados también se marcharon como parte de sus equipajes, los libros y sus conocimientos. El efecto de esta también fue palpable durante la invasión de Toussaint Louverture en 1801, la ocupación francesa de 1802 a 1809, y la dominación haitiana desde 1822 y hasta 1844.
2.- Cuando Santo Domingo regresó a la condición de colonia de España en 1809, la Universidad no abrió hasta 1814, siendo los nuevos estudiantes adolescentes que no pasaban de los 13 años, hijos en su mayoría de los dominicanos que habían regresado en aquellos días. En 1822, sesenta y dos días después de proclamada la Independencia Efímera de 1821, la vecina República de Haití ocupó a Santo Domingo y en 1823 decretó el Servicio Militar Obligatorio, quedando la Universidad de Santo Domingo, como entonces se le conocía, obligada a cerrar sus puertas por falta de estudiantes.
3.- El gobierno de ocupación haitiano intentó impulsar un proceso educativo instalando en la Capital los Colegios Nacionales, para lo que trajeron meritísimos profesores haitianos y establecieron un sistema bilingüe; pero el resultado de ese proceso parece que no fue muy consistente. Se puede decir, sin temor, que los primeros pasos para establecer un sistema educativo nacional van a comenzar a partir de 1845, inmediatamente proclamada la República Dominicana , pero como sabemos, los conflictos políticos y la falta de interés de las autoridades van a impedir su materialización.
B. La Imprenta en Santo Domingo
1.- La imprenta de tipos móviles de metal fue un invento del impresor Gutenberg, que se desarrolló en Alemania a mediado del siglo XV, en la época de la economía mercantilista. La represión política en Alemania provocó el éxodo de impresores de esa nación que se radicaron en Italia, Francia, Inglaterra y Suiza a partir de 1464.
Desde Italia la imprenta pasó a España antes de que finalizará el siglo XV y desde allí fue llevada al Continente Americano a mediado del segundo cuarto del siglo XVI. Pero no fue Santo Domingo, la bautizada Atenas del Nuevo Mundo, con dos universidades y una gran actividad literaria y cultural, la que primero tuvo imprenta. Antes que Santo Domingo la tuvo México en 1539, siendo el primer impresor llegado a este Continente un italiano conocido como Juan Pablo.
2.- Los dominicanos tuvimos imprenta muy tarde; primero que nosotros la tuvieron: Perú, Paraguay, Bolivia, Guatemala, Cuba, Colombia, Brasil, Ecuador, Argentina, Haití y Venezuela. En todas las colonias de España en América, entre 1492 y 1800, era muy difícil imprimir libros u otros tipos de escritos, pues además de lo rudimentarias que eran las maquinarias llamadas “prensa”, palabra usada como sinónimo de imprenta, existían disposiciones oficiales de los reyes de España que censuraban o prohibían todos tipos de escritos que no contara con la autorización de Tribunal Inquisidor. Fue sólo a partir de la proclamación de la Constitución de Cádiz en España en 1812, cuando la imprenta comenzó a convertirse en América en un instrumento motivador de alternativas de desarrollo económico, político y social.
3.- Por otro lado, aunque Moreu de Saint-Mery, en su libro Descripción de la parte española loa de la Isla de Santo Domingo, publicado en 1791, dice que en Santo Domingo había imprenta en 1783 cuando él visito el país y que él la vio instalada en el Palacio de Gobierno, donde está hoy el Museo de las Casas Reales, otro francés de apellido Padrón en Memoria Descriptiva de la parte española de Santo Domingo publicada en 1796, pone en duda la afirmación de Moreau de Saint-Mery y aporta el dato de que fue en el año siete, es decir 1796, cuando nos llegó desde Francia la imprenta, con la presencia de la Comisión Francesa que vino a preparar todo lo relativo con la toma de posesión de Santo Domingo, ya que España le había cedido la parte española a Francia a través del Tratado de Basilea de 1795.
Las primeras pruebas impresas de que en Santo Domingo había imprenta son las de 1800 en adelante y están firmadas por el impresor francés Joseph Blocquerest, impresor de la Comisión que acabo de señalar. Además, recuérdese que nuestro país fue colonia de Francia desde 1802 hasta 1809, año este último cuando volvimos a la condición de colonia de España hasta 1821, cuando se proclamó la Independencia Efímera de Núñez de Cáceres.
C.- Los Primeros Impresos de Santo Domingo
1.- La primera publicación periódica impresa, en circular en Santo Domingo, fue el Boletín de Santo Domingo, en 1807, como órgano del gobierno francés, y que Gilbert Guillermin llama en su Diario histórico impreso en 1810, como la “Gazette”. Este Boletín oficial, de carácter militar e impreso en francés y español, no se puede tomar como el primer impreso de los dominicanos, pero sí como la primera publicación periódica impresa en nuestro país.
2.- Se tiene como el primer impreso dominicano al periódico semi-oficial conocido como el Telégrafo Constitucional de Santo Domingo, dirigido por el profesor de la Universidad de Santo Domingo Doctor Antonio María Pineda, quien era partidario del movimiento de independencia que auspiciaba José Núñez de Cáceres. El Telégrafo Constitucional circuló por primera vez el 5 de abril de 1821, de periodicidad semanal y con informaciones oficiales, comerciales y escritos de interés para los que ellos llamaban “amantes del bien público que gustaran de comunicar sus luces”. En principio se imprimió en la imprenta del gobierno y luego parece que se hacía en una prensa privada. Las presiones del gobierno español, que venía siguiendo las labores conspirativas, le pusieron fin el 26 de julio del mismo año. Igual pasó con El Duende, que circuló en julio de 1821, dirigido por Núñez de Cáceres y La Miscelánea , periódico del que no aparecen muchas informaciones, pero se hace mención de él en la Declaración de la Independencia Efímera , de 1821.
3.- En los años de la España Boba , de 1809 a 1821, también circularon otros impresos, en especial hojas sueltas, folletos oficiales y otros donde se debatían cuestiones personales, “cartas subversivas”, décimas, versos, cantaletas, ensaladillas y pasquines que muchas veces contenían ilustraciones.
D.- Un Rápido Inventario de las Imprentas hasta 1875.
1.- Si tomamos como valido que en Santo Domingo había imprenta en 1783, como dice Moreau de Saint-Mery, y que la primera de la que se tienen pruebas llegó al país en 1796, como dice Padrón, podemos decir que a finales del siglo XVIII existían dos imprentas, una de las cuales, parece que se marchó con una avanzada de las autoridades españolas hacia Cuba o Venezuela, al firmarse el Tratado de Basilea.
2.- Al iniciarse el siglo XIX teníamos la imprenta que llegó con la Comisión francesa y el impresor Joseph Blocquerest, la cual se quedó en el país después de la derrota de los franceses en la Guerra de la Reconquista. Esa debió ser la imprenta del gobierno después de 1809 siendo el impresor el señor José María González. Además existen noticias de que había una segunda imprenta que las autoridades de la época dicen que funcionaba clandestinamente. Se habla de una tercera imprenta que al parecer era propiedad de Núñez de Cáceres, la que se llevó al abandonar el país en 1822, llevándola a Venezuela.
3.- Durante el período de gobierno haitiano que se inició en 1822, en Santo Domingo existían dos imprentas: una oficial y la otra propiedad de la señora Manuela Rodríguez, la cual era utilizada para imprimir décimas, invitaciones a fiestas patronales y religiosas, además de papeles de pocas importancias, pero parece que fue en ella donde se imprimió el periódico La Miscelánea en 1821, y posiblemente la clandestina a la que hacen referencia las autoridades españolas en ese año.
4.- Pasando al período de la Primera República , es decir de 1844 a 1861, encontramos que antes de terminar en el país existían cinco imprentas: la del gobierno, la cual era conocida como la Imprenta Nacional , pero que al parecer era de propiedad privada; la de Manuela Rodríguez; la imprenta propiedad del periódico El Dominicano, la Nacional de José de Jesús Castro, administrada por Alejandro Angulo Guridi, y una imprenta que existía en Santiago de los Caballeros desde 1856 aproximadamente. Por mucho tiempo, y hasta muy entrado el siglo XIX, sólo Santiago y la Capital poseyeron esta famosa tecnología básica en aquellos días para el periodismo dominicano.
5.- Durante la Anexión a España, período que va de 1861 a 1865, sólo teníamos en el país cuatro imprentas, de las cuales una estaba en Santiago y tres en la capital. Una de ellas, la de los hermanos Manuel y José Gabriel García fue la que antes perteneció a Manuela Rodríguez.
6.- Mientras que al hincarse la Segunda República y hasta 1879, existieron en el país 13 imprentas, repartidas de a siguiente manera: en la ciudad de Santo Domingo 4, Santiago tenía 2, Puerto Plata 2, Moca 1, El Seibo 2, Samaná 1 y en Azua 1. Como se ve, después de la Anexión a España y del triunfo restaurador, la imprenta comenzó a llegar a las más importantes localidades del país y se puede decir que su existencia tendía a ser nacional.
E.- La Educación Después de la Independencia de 1844.
“No puede haber prensa sin lectores, ni lectores sin educación”, Lema de una periódico aparecido durante la Primera República.
Entramos a la República Dominicana con una isla compartida por dos países, con un país desarticulado por falta de caminos, puentes, carreteras y medios de transportes modernos, con una economía pre-capitalista, regionalizada y vinculada a potencias que compartían y se enemistaban en el plano internacional, en sus luchas por el control de nuestro territorio y recursos. Llegamos a la independencia sin universidades, casi sin escuelas, sin periódicos propiamente dichos y entramos a la vida de nación libre y soberana carente de hombres de letras y por desgracia bajo amenaza permanente de los ejércitos haitianos, de España, Francia y los Estados Unidos de América, que se movían celosamente en el Caribe. A la juventud que construyó la Nación le quedaba la responsabilidad de comenzar a sacarla del analfabetismo y llevarla hacia el progreso.
Los jóvenes de la independencia conocían la importancia de la Escuela , por lo que dispusieron en la misma constitución de 1844 que se establecieran escuelas gratuitas, lo que llevó a la ley de instrucción pública de 1845, que mandaba al establecimiento de escuelas de primeras letras en las cabeceras de provincias, para enseñar religión, escritura, aritmética, elementos de castellanos, de geografía dominicana, geometría y nociones de historia. Como algunos educadores de la época eran haitianos y regresaron a su país y no había quien enseñara, se dispuso que sí en alguna común pudieran aparecer extranjeros que supieran o pudieran enseñar y que fueran mayores de 25 años, probos y de buenas costumbres, se le empleara como maestros.
En 1846 se dispuso la apertura de escuelas superiores, donde se enseñara lógica, mitología, historia profana y sagrada, latín, francés e ingles y al alumno que se inscribiera se le compensaba exonerándolo de cualquier “otros servicios”. Pero todo esto quedaba como letras muertas.
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